viernes, 11 de mayo de 2012

Ataques convulsivos


La convulsión es, en medicina humana y veterinaria, un síntoma transitorio caracterizado por actividad neuronal en el cerebro que conlleva a hallazgos físicos peculiares como la contracción y distensión repetida y temblorosa de uno o varios músculos de forma brusca y generalmente violenta,1 así como de alteraciones del estado mental del sujeto y trastornos psíquicos tales como déjà vu o jamais vu. Una convulsión que persiste por varios minutos se conoce como status epilepticus, mientras que la epilepsia es la recurrencia de crisis convulsivas de manera crónica. Usualmente afecta a diversas partes del cuerpo, con lo que recibe el nombre de ataque convulsivo.
Aproximadamente 4% de la población tendrá una convulsión no provocada antes de la edad de los 80 años y entre 30 y 40% de ellos2 —o de acuerdo con un estudio, un 50% de los pacientes—tendrá un segundo episodio convulsivo.3 El tratamiento efectivo puede reducir a la mitad el riesgo de aparición de una segunda convulsión.3 Los pacientes con epilepsia tienen un riesgo de muerte dos o tres veces mayor que el esperado en una población de similares características pero sin epilepsia.4
El tratamiento de una convulsión es parte de la especialidad de neurología y el estudio de las epilepsias es ámbito de la neurociencia. Existen especialistas dedicados exclusivamente a la epilepsia en adultos y en niños, los cuales son llamados epileptólogos.5
Las convulsiones se asocian a varios trastornos y enfermedades neurológicas, entre los que el más habitual y conocido es la epilepsia. Sin embargo, una excesiva asociación entre convulsiones y epilepsia puede haber llevado a que un 30% de los diagnosticados como epilépticos y medicados por ello no sean sino padecedores de un ataque concreto debido a la ansiedad (según la revista Neurology en su número 13).

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